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Ningún soldado en activo se enreda en asuntos civiles a fin de estar a entera disposición de quien lo alistó. Lo mismo sucede con los atletas: sólo si se ajustan a las reglas de juego, pueden ser declarados vencedores; o con el labrador, que sólo si se afana en su trabajo, tendrá derecho antes que nadie a recoger los frutos.

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